Disclaimer: CrossFit (R) es una marca registrada. La marca y sus derivados que se nombren en cualquier referencia son con propósitos informativos y no comerciales.


Durante toda mi vida me caractericé por ser una persona no muy buena en los deportes. Llegaba último en las carreras. Detestaba tener que estirarme. Era al que nadie quería escoger cuando arman los equipos. En deporte, todos se burlaban de mí. Pero todo esto cambiaría durante mi último año de secundaria.

Recuerdo haber escuchado a mi padre hablar como loco sobre una “nueva” forma de entrenar en el gimnasio. Había lanzado la propuesta de ir en familia, y como no tenía nada más interesante que  hacer con mi vida, le había dicho que si.

Eran las 5:00 am (¿es madrugada o aún de noche?) cuando escuché la bocina y vi que tenía 10 llamadas perdidas de él, me dije a mi mismo: “¿y ahora qué le pasa a este loco?” Recuerdo que con cara de dormido (debería decir muerto), me subí al carro ignorando los siguientes minutos de interminable fatiga que me esperaban (insertar música de drama). 

El fin de esta historia, es que terminé haciendo la actividad física que nunca antes le había pedido a mi cuerpo que hiciera y empecé a cultivar un hábito que cambiaría totalmente mi estilo de vida. Ya son más de 4 años que soy adicto al Crossfit. 

Pero, ¿Qué es lo que realmente hace que este entrenamiento se convierta en la adicción de muchos?  Aquí mis conclusiones:

Factor Social

Una de las ventajas de este entrenamiento es que a diferencia de muchos otros deportes o a su vez, al igual que muchos otros deportes, se hace de manera colectiva. Y créeme, esta es una de las razones por las que desde niños adoramos solo estar jugando: “estar en grupo”. 

Imagina que un box de Crossfit es un lugar de juegos para adultos. Desde el primer momento que pones un pie dentro de la sala, tu cerebro y tu cuerpo no paran hasta conseguir un solo objetivo: “ganar el juego”. Es interesante porque el juego es contra tí mismo, pero hay otras personas “sufriendo” contigo. 

El Crossfit resulta tan adictivo porque nunca te aburres en medio de estos juegos. Siempre estás haciendo algo, ya sea saltando la cuerda, caminando de manos, subiendo en anillos o gritando a tu compañero para que no desista. O como en mi caso al inicio, recibiendo gritos de motivación de otros para superar los que creía eran mis límites. 

Las endorfinas de la Alta Intensidad

La primera vez que hice Crossfit, el ejercicio en sí, no me resultó agradable en absoluto. No entendía como tanta gente venía a un centro de “agotamiento” o “castigo” físico. A pesar de eso, algo en mí quería seguir. ¿Qué me pasaba? 

Bienvenidos al mundo de la alta intensidad

En La Cueva definen a la alta intensidad como bastante trabajo en poco tiempo. Y este concepto juega un papel importante en la formación de hábitos, por la cantidad de hormonas de la felicidad que generamos. 

Existen millones de endorfinas que son liberadas detrás de cada una de estas rutinas de alta intensidad.  Es por esta razón que inconscientemente nuestro cerebro busca la manera de volver a experimentar estas emociones, y regresamos por más.

A veces parece que tus capacidades físicas no avanzan a mantener la intensidad y tu mente es la única que puede continuar. Pero cuando se acaba, sientes un sentido de orgullo. Sobreviví, ¡si! Y cada vez eres un poco mejor. Un poco más fuerte. Un poco más capaz. Como dice Reebok, “más humano”.

Rompes tus Límites

Con las rutinas de alta intensidad, la recuperación de cuerpo es mucho más rápida que cuando haces deporte normalmente. 10 minutos de alta intensidad quema más calorías que una de hora de trote a baja intensidad, sin mencionar que necesitas mayor tiempo para recuperarte. Esto hace que cada día puedas tratar un poco más fuerte. 

Debido a que en los entrenamientos combinan todo tipo de ejercicios (la mayoría en alta intensidad), no tienes otra solución que romper tus límites. Si te toca pararte de manos, no te puedes esconder. Tienes que tratar. Y cuando tratas, vas perdiendo tus miedos, y vas conquistando metas. 

¿Y cómo no hablar de unas de las actividades de Crossfit que más rompe tus límites? Esos extraños eventos en los que se intenta determinar quién está en mejor condición física.

Mi primera competencia

Recuerdo que todos los atletas estaban preparándose en el frío de la mañana, unos más decididos que otros. Y en medio de todos ellos estaba yo. Tenía un poco de miedo. Pero a diferencia de todos los competidores, yo no tenía el gran deseo de llegar primero y ganar. Solo quería experimentar eso de competir, ya que nunca me consideré una persona competitiva. 

La hora de empezar llegó. Podía ver cómo unos con otros se miraban como peleadores (más música de drama). Me decía a mí mismo: ¿por qué tanto afán por ganar? Pero cuando sonó el reloj y me tocó a mi, algo raro sucedió. 

Mi mente y mi cuerpo comenzaron a trabajar como si mi vida dependiera de esa competencia. En las primeras rondas estaba entre los últimos, pero sabía que esto era un juego de resistencia y estrategia. Todos estaban cegados por el primer lugar en el primer evento. A medida fue pasando el tiempo, comenzaron a cansarse y terminaron por rendirse. Yo, por otro lado, me acercaba cada vez más a las primeras posiciones. 

Pero lo interesante de esta experiencia no fue mi resistencia o elaborada estrategia, sino el instante en que mis capacidades físicas llegaron a su nivel máximo y literalmente mi cuerpo no pudo responderme más. Es en estos momentos donde en realidad se rompen tus límites. 

Allí estaba yo, tumbado en el suelo, creyendo seriamente que me iba a desmayar, a desconectarme por unos segundos del mundo y los sonidos. Veía a la gente en cámara lenta. Pensaba cómo es que había terminado aquí. 

Volteé a ver arriba y ví gente a mi lado gritándome que no me detuviera, que continuara, que no me rindiera. Lo más extraño de todo esto, era que no sabía quienes eran esas personas. Pensé: ¿cómo es posible que gente que no me conoce me apoye y crea más en mis capacidades qué yo?. 

Fue en esos segundos, con la motivación de todos, que cruce esa línea, que rompí las barreras mentales que me decían que era imposible y logré levantarme nuevamente. Y cuándo creí que finalmente estas personas extrañas se detendrían, vi que todos comenzaron a gritar más eufóricos y llenos de entusiasmo. ¿Había ganado? No sabía. Solo sabía que me levanté.

Existe algo mágico en “sufrir” juntos, en que te hagan barras, en que des un paso más cuando sientes que no puedes. Fueron los segundos más extraños y emotivos de mi vida. Había empezado una adicción buena que no podría detener. ¿Crees que habré ganado?